¿Quién es un hombre rico?

¿Quién es un hombre rico?

“Tengo mi propia viña:¡Puedes tener los mil, oh Shlomo, y los guardias de la fruta doscientos!” (Cantar de los Cantares 8:12)

Por Dina Cohn

Traducción y/o paráfrasis: drigs, CEJSPR

En la década de 1950, un rabino ruso muy distinguido llamado Rabino Aharon Leib Shteinman se mudó a la Tierra de Israel. Tierra Santa no estaba muy desarrollada en ese momento, y cuando finalmente llegó, se mudó a un pequeño apartamento con solo los muebles esenciales. A pesar de las escasas adaptaciones, el rabino Shteinman nunca se quejó y siempre estuvo agradecido por lo que tenía.

A lo largo de los años, la brillantez y la santidad del rabino ganaron reconocimiento mundial, atrayendo a innumerables estudiantes a su casa de estudio para aprender de él. Con el tiempo, llegaría a ser conocido como uno de los rabinos más destacados de su época.

Tras el fallecimiento del rabino Shteinman a principios de la década de 2000, su familia observó el período de luto de siete días de acuerdo con la tradición judía. Amigos y admiradores de todas partes se reunieron en su hogar para ofrecer sus condolencias y rendir homenaje a su notable vida y logros. Fue durante este tiempo que muchas personas llegaron a apreciar cuán simple había vivido el rabino Shteinman. Durante más de seis décadas, había residido en el mismo modesto apartamento y dormido en el mismo delgado colchón que le habían dado a su llegada. No solo eso, sino que su habitación también se había convertido en su oficina, ejemplificando su humilde estilo de vida.

En el último capítulo de Cantar de los Cantares, la narradora parece haber encontrado la paz en su relación con su amado. Ella también parece haber encontrado la paz dentro de sí misma. La joven una vez confundida finalmente está exactamente donde quiere estar.

Los últimos versos del libro, sin embargo, parecen estar fuera de contenido y son un poco desconcertantes. Los versículos 11-12 dicen lo siguiente:

 Salomón tenía una viña en Baal-hamon. Tuvo que poner guardias en la viña:Un hombre daría por su fruto mil piezas de plata. Tengo mi propia viña: ¡Puedes tener mil, oh Salomón, y los guardas del fruto,doscientos!

¿Cuál es el significado de esta parábola de la viña de Salomón? ¿Y cómo encaja con la nueva paz y confianza de quien realiza la narración?

Los comentaristas bíblicos explican que quien narra está expresando su satisfacción con lo que ya tiene. Tuvo la oportunidad de casarse con un rey, pero en cambio persiguió a su amado. Ella no quiere ninguna parte de la viña de Salomón, ni la riqueza que viene con ella; ella tiene su propia viña, y declara que Salomón no necesita darle nada de la suya. Ella es más feliz con lo que tiene ahora y lo que siempre quiso: su amado. Habiendo encontrado paz y satisfacción en la relación con su amado, la narradora reconoce la inutilidad de desear lo que otra persona tiene. En cambio, encuentra la felicidad en lo que ya posee.

Este preciso sentimiento queda expresado en una mishna muy famosa en Ética de los padres. La Mishná dice:

              Ben Zoma dice: ¿Quién es rico? El que se regocija en su suerte.

La crucial lección de la mishná que entendió tanto el rabino Shteinman como quien narra en el Cantar de los Cantares es que, la felicidad de uno no está determinada por las posesiones materiales o la riqueza. La verdadera medida de la riqueza radica en encontrar satisfacción y alegría en lo que uno ya tiene, ya sea a través de la familia, la profesión o las relaciones con los seres queridos. Este sentido de realización no puede ser reemplazado por ninguna cantidad de riquezas. En última instancia, la verdadera satisfacción proviene de encontrar valor en las cosas más grandes de la vida, en lugar de buscar la riqueza material.

Mientras leemos el Cantar de los Cantares en la festividad de la Pascua –un momento para reflexionar sobre el concepto de libertad — este mensaje seguramente es algo a tener en cuenta; ¿Qué tipo de satisfacción en nuestras vidas es la que realmente nos hace libres? La verdadera libertad no proviene de la riqueza o las posesiones materiales, sino de encontrar la felicidad y el gozo en nuestras circunstancias presentes.

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