Al darnos la Torá, Dios no nos prometió tranquilidad
Por Rabino Adin Steinsaltz
Traducción y/o paráfrasis: drigs, CEJSPR
Aunque pueda parecer que quien hace preguntas admite que le falta conocimiento o comprensión, la verdad
es todo lo contrario.
En cierto sentido, es el erudito, el que mayor conocimiento tiene, quien hace la mayoría de las preguntas.
Un no erudito no tiene preguntas que hacer, no porque sepa más sino porque sabe menos.
Al darnos la Torá, Dios no nos está garantizando tranquilidad.
La tranquilidad no es parte de la recompensa.
Más bien, aquel que llega a un estado en el que ya no tiene más preguntas, dificultades, dudas o problemas,
no es el hombre ideal sino, por el contrario, es aquel que ha dejado el mundo por completo.
Se dice que el rabino Simha Bunim de Peshisha sugirió que un hombre siempre debe imaginar que su cabeza
está en el bloque de ejecución, la inclinación al mal parada sobre él con un hacha grande, lista para
decapitarlo.
Uno de sus discípulos preguntó: “¿Qué pasa si un hombre no imagina esto?”
El rabino Simha Bunim respondió que esto sería una señal segura de que la inclinación al mal ya le había
cortado la cabeza.
Si una persona ya no siente ninguna angustia y vive en tranquilidad y paz, entonces ya debe haber sido
decapitada, y por eso tiene una buena vida, llena de paz y tranquilidad