Comentario de la Haftará para Vayikra

Comentario de la Haftará para Vayikra

Por Rabbi Dovid Siegel

Traducción y/o paráfrasis: drigs, CEJSPR

Yeshaya (Isaías)  43:21 Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará”.

La haftará de esta semana muestra la increíble compasión de El Eterno hacia el pueblo judío. El profeta Yeshaya comienza caracterizando al pueblo judío como la nación creada para cantar las alabanzas [a Él]. Yeshaya continúa diciendo en el nombre de Dios, (43:22) “Y ni siquiera Me incluyeron porque estaban demasiado cansados ​​para Mi servicio”. El Yalkut Shimoni (as loc) explica este pasaje para referirse a nuestra actitud inapropiada hacia el servicio de Dios.

Chazal (nuestros Sabios) dice que uno invierte enormes cantidades de energía a lo largo del día en busca del avance personal, sin embargo, no está dispuesto a ejercer ni siquiera el mínimo esfuerzo por el bien de El Eterno. Uno regresa a casa después de un largo y agotador día de trabajo y deja de asistir a los rezos con la excusa “válida” de que está demasiado cansado. Dice El Eterno, que ni siquiera estaba incluido en sus planes. Las energías estaban disponibles para todo, menos a favor de Mi servicio, cuando este fue el propósito para el cual fuisteis creados.

El profeta continúa reprendiendo al pueblo judío y dice: “No me trajiste tus ovejas para las ofrendas quemadas y no me honraste con tus sacrificios. No te hice trabajar demasiado con una ofrenda de comida y no te agoté con especias de incienso”. Chazal (ibíd.) elaboró ​​este pasaje y explicó que todo lo que El Eterno alguna vez exigió del pueblo judío a diario fue el sacrificio Tamid,  el cual consiste en dos ovejas. De hecho, incluso la más fácil de todas las ofrendas, la ofrenda de comida no era una obligación sino una oportunidad especial para servir a Dios si uno así lo deseaba. Sin embargo, el pueblo judío se negó a participar en estos servicios. El Radak (ad loc) señala que en los días del rey Ajaz había altares en todos los rincones de Yerushalayim con el propósito de realizar actos llenos de idolatría mientras las puertas de Bais Hamikdash estaban cerradas intencionalmente, excluyendo al Eterno totalmente de los servicios judíos. Los judíos estaban demasiado cansados ​​para servir a Dios, aunque sí tenían energías disponibles para cualquier otra forma de servicio.

De repente el profeta cambia de enfoque y comienza a dirigirse al pueblo judío con amor y afecto. Él dice, (42:1) “Y escucha ahora, Mi siervo Yaakov a quien escogí como Yisroel… porque como derramo agua sobre los sedientos y corrientes de agua sobre la tierra seca, así derramaré Mi espíritu sobre tus hijos y Mi bendición sobre tu descendencia.” Radak (ad loc) explica que el profeta ahora le está hablando al pueblo judío en Babilonia. Ya habían sufrido severos dolores de exilio y rechazo por parte de Dios y ahora habían reconsiderado sus pasados caminos. Tenían sed de beber de las perdidas aguas de una profecía que había terminado muchos años antes. El Eterno les dijo que una vez más merecerían Su palabra. Aunque le dieron la espalda y rechazaron totalmente Su servicio, El Eterno no los abandonó, seguían siendo Su pueblo. El pueblo judío siempre sería Su nación elegida y Él esperaría pacientemente su regreso. Nuestra relación eterna con Dios nunca puede romperse o incluso verse afectada y cuando llegue el momento adecuado, El Eterno restablecerá el contacto directo con Su amado pueblo. Incluso las palabras de profecía que provienen directamente del Señor se convertirán en una experiencia diaria. El amor de Dios por Su pueblo se extiende a todos los límites. Incluso después de todo lo que hemos hecho contra Él, Él permanece esperándonos.

Yeshaya concluye diciendo (44:22) “Como el viento se lleva las nubes, así borraré tus actos de rebelión y tus pecados involuntarios, vuélvete a mí porque te he redimido”. El Malbim (ad loc) comparte con nosotros una hermosa percepción y explica que, en lo que respecta al Señor, nuestra redención ya sucedió. Desde Su perspectiva todo se ha puesto en marcha; todo lo que queda es que nos arrepintamos y regresemos. Que merezcamos en este mes, el mes de la redención, el cumplimiento de estas hermosas visiones.

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