El censo: haciendo que cada persona cuente
Por Katia Bolotín
Traducción y/o paráfrasis: drigs, CEJSPR
Hace casi 60 años, el filósofo canadiense Marshall McLuhan declaró: “El medio es el mensaje”, (1) proponiendo que el medio afecta a la sociedad principalmente por las características del medio mismo, más que por el contenido que transmite.
Aunque se considera innovadora en el campo de la teoría de los medios, esta idea se expresó hace miles de años en la porción de la Torá de esta semana, Bamidbar.
Di-s instruyó a Moisés y Aarón para que contaran al pueblo israelita. El censo era el medio a través del cual se sabría cuántos serían elegibles para la batalla, y más tarde, cómo se repartiría la Tierra de Israel. Este censo, a diferencia de nuestro moderno censo decenal, no se realizó en línea ni por correo. Tribu por tribu, cada cabeza de familia se presentaba individualmente ante Moisés y Aarón para dar su nombre y ser contados.
Cada persona se contaba no como un mero número, sino como un componente esencial de un todo distintivo mayor. Najmánides afirma que una de las razones del censo fue para que cada individuo tuviera la oportunidad de beneficiarse de la atención que Moisés y Aarón le brindaron. (2)
Las características del medio utilizado (censo) afectaron a la sociedad mucho más que el contenido (el número real de personas). Incrustado en el medio de la narrativa de la Torá está el mensaje de que cada israelita tiene un lugar designado dentro de la estructura cohesiva del pueblo judío. Cada persona está divinamente dotada de rasgos y habilidades específicas destinadas a ser desarrolladas. Cada uno de nosotros/as tiene un papel esencial que desempeñar en un viaje colectivo mayor, el cual abarca generaciones.
Dólares dominicales: saludando a cada individuo
El Rebe personificó la importancia suprema del individuo en relación con la sociedad. Todos los domingos, estuvo de pie durante ocho horas o más para saludar y bendecir individualmente a sus seguidores en todo el mundo. Cientos de personas esperaban pacientemente en fila durante horas, solo para tener la oportunidad de estar en presencia del Rebe por un momento. El Rebe entregaba un dólar a cada visitante para que lo donaran a la caridad, cumpliendo así la mitzvá de tzedaká. Estos momentos cambiaron y afirmaron la vida. Cada persona se sintió animada por su breve pero transformador encuentro con el Rebe y su sincera bendición.
Todos queremos, y necesitamos sentir que somos valorados. Sentirse aislado o marginado de la sociedad, la familia o incluso los amigos es muy doloroso. Empezamos a cerrar. El hecho de que Di-s quisiera que fuéramos contados debería inculcarnos un sentido de autoestima y propósito. Así como cada nota e instrumento en una partitura musical tiene su tiempo y propósito designado, cada persona juega un papel importante en la sinfonía del mundo de Di-s. Somos tan fuertes como los individuos, las familias y las comunidades que componen el todo colectivo.
Somos solo la mitad sin el otro/a
Al hacer un censo, como el que se describe en Parashat Bamidbar, está prohibido hacer un recuento literal del pueblo judío. La manera de contar era mediante la donación de una moneda de medio siclo por persona. (3) Cada medio siclo representaba a una persona. El medio siclo es un recordatorio de que ningún judío está completo por sí mismo; debemos conectarnos para lograr la unidad. Al trabajar juntos por el bien mayor general, formamos una totalidad. Como círculos concéntricos, esto nos completa y nos expande.
Sin embargo, aunque debemos asociarnos en unidad, no debemos perder nuestra individualidad. En lugar de centrar el recuento en la totalidad de la masa, el foco estaba en el individuo. El individuo no debe “perderse entre la multitud” o devaluarse. Todo ser humano es creado a imagen de Di-s.
Maimónides enseñó: “Cada uno de nosotros debería verse a sí mismo como si nuestro próximo acto pudiera cambiar el destino del mundo”. (4) ¿Cuál será su próxima acción? Hacer que cuente. Valora quién eres y el papel especial que Di-s quiere que asumas.
Cada vida es como un universo entero. (5) Reconoce tu valor interior y date cuenta de que realmente importas y que puedes marcar la diferencia. Levanta la cabeza. De hecho, el cómputo se llama “levantar la cabeza” (se’u et rosh) de todas las personas ya que el cómputo estaba destinado a levantarnos a cada uno de nosotros.
Comienza con cada uno de nosotros
Cada uno de nosotros puede esforzarse por integrar estas lecciones en su vida. Comunicar a los demás que apreciamos sus contribuciones, valida su dignidad. A menudo hay “otros” que por diversas razones están al margen, y a menudo, excluidos. Inclúyalos, cuéntelos como valiosos y levántelos. El judaísmo insiste en que se respete la dignidad de cada individuo.
Somos una nación, pero también somos individuos; esto es tanto un desafío como una fortaleza. Que nos esforcemos por vernos a nosotros mismos no solo como entidades separadas, sino como miembros valiosos del mismo equipo.
Además, no debemos perdernos en la seductora conformidad de las últimas tendencias y los “valores” actuales. Para conservar nuestras identidades judías distintivas debemos “levantar nuestras propias cabezas” por encima de la “mentalidad de rebaño” de los tiempos.
¡El censo en sí fue el medio diseñado no solo para contar a cada persona sino para hacer que cada persona cuente!
Haciéndolo relevante
Esfuércese por verse a sí mismo como inherentemente digno y actúe con dignidad.
Practique tratar a los demás con respeto y validarlos.
“Levantar la cabeza” a otra persona, especialmente a alguien que necesita aliento y compasión.
NOTAS AL PIE
1. McLuhan, Marshall (1964), Comprender los medios: las extensiones del hombre. (Nueva York: McGraw-Hill).
2. Najmánides a Números 1:45.
3. Éxodo 30:13.
4. Mishné Torá, Hiljot Teshuvá 3:4.
5. Sanedrín 4:4.